top of page

Lactancia Materna


Siempre he tenido muy claro que quería dar el pecho a mis hijos, me parece la cosa más bonita del mundo, poder alimentar a tu propio bebé; y no me importa tener que sacarme la teta en cualquier sitio si así el peque lo requiere.

A lo largo del embarazo me empezaron a entrar las inseguridades, tenía una obsesión con que no iba a poder darle el pecho, y las pesadillas me atormentaban una noche si una no. Veía un bebé con una boquita diminuta intentando aferrarse a un pezón gigante que no le entraba en la boca. Incluso en la preparación al parto llegué a plantearle mis temores a mi matrón, al que le dio un ataque de risa por mis ocurrencias. Aun así no estuve tranquila hasta que no le vi engancharse por primera vez, minutos después del parto.


Mi experiencia con la lactancia materna, a pesar de la angustia del comienzo, que ya conté en mi post anterior, está siendo estupenda. He tenido la suerte de que el niño es tragoncete y desde el primer momento se agarró bien a la teta y ha estado engordando a muy buen ritmo desde entonces. Los primeros meses son muy duros, porque con una lactancia a demanda, siendo recién nacido, te da la sensación de que no llegas a guardar una teta cuando tienes que sacar la otra. Te llevas una hora e incluso más con el bebé durmiendo y chupando pero sin soltar el pecho; media hora o tres cuartos "separado" cuando vuelve a pedir más. Es agotador y para el padre, en mi caso, llegó también ha ser un poco frustrante, porque no podía disfrutar tanto como deseaba de su pequeño o calmarlo en algunos momentos porque lo único que quería era teta, teta y más teta.


Pero eso pasa, y ahora me alegro muchísimo de haber tenido la fuerza para continuar con empeño en esos momentos tan duros, porque mi niño aun no ha cogido ni un resfriado, está sano y fuerte, y ya podemos pasar otros momentos de calidad que no sean solo teta. Incluso puedo ir a la calle de paseo y no tener que sacar también la teta a pasear; aunque desde ese tema no haya sido un problema para mi. Ahora estamos en otra fase, el sacaleches, que es mi nuevo peor enemigo. Se acerca la hora de volver a salir de casa para ir a trabajar, y estoy empezando a practicar para que, tanto mi pecho se acostumbre a esa máquina horrible, como el chico a comer del biberón, y el padre a lidiar con ambos. De momento, ver la cara de felicidad de mi marido cuando por primera vez alimentó a su bebé me ha compensado todo el sufrimiento previo.


He de añadir, que mi experiencia no habría sido tan positiva ni mi fuerza tan grande si no hubiese tenido a mi matrona rubia particular. Que ha estado ahí, al pie del cañón, a tiro de WhatsApp para todas las dudas y preocupaciones estúpidas que se te pasan, en momentos de desesperación, por la cabeza. Mi niña, mil gracias porque sin ti no lo habría conseguido. Se que aun me queda mucho por recorrer, pero me parece que lo peor ha pasado.

bottom of page